OMAR RAYO

EL RAYO QUE NO CESA, SIGLO XXI

INAUGURACIÓN: MIERCOLES 15 DE MARZO DE 2017 A LAS 6 P.M.

Visita guiada por Agueda Pizarro Rayo: para la prensa: miercoles 15 de marzo 11 a.m.
Visita guiada por Sara Rayo con los estudiantes de Bellas Artes

En la exposición de pinturas al acrílico de Omar Rayo que se exhibe en la Galería NH de Cartagena podemos ver tanto la evolución de una obra que se mantuvo vigorosa hasta el fin, como las características que la han hecho única e identificable durante los más de 60 años de su carrera artística. Su obra presenta en cada una de sus etapas una variedad de propuestas estéticas y técnicas tan originales como sorprendentes. Demuestra además innovaciones de avanzada para su época. La obra de Rayo no es estática, ni repetitiva; fluye a grandes pasos de una fase a otra. Mantiene siempre su individualidad con una actitud abierta a la experimentación y a las corrientes intelectuales y estéticas de su momento.

En los últimos años de su vida, Omar Rayo ofrecía cada año una nueva serie de obras para su Museo en Roldanillo. Aquí se muestra ejemplos de seis de las series pintadas después del año 2000: “Criaturas abisales”, “Corteza del arco iris”, “Crisálida del arrebol”, “Mullidas huellas del viento”,  “Mateo´stoy” y “Tizón, fósil del fuego”. Como una de las características inconfundibles de este artista ha sido siempre el juego entre elementos contrarios, podemos decir que se dedicó en esa década a la exploración del uso del color e igualmente, al contrario, del blanco y negro. Rayo es siempre tan abstracto como concreto, tan riguroso como sensual, tan místico como lúdico, tan claro como oculto, tan sombra como luz. Juega con sus propias contradicciones y esta dialéctica ha sido una de las constantes en su obra. Omar Rayo es inconfundible porque es un poeta del oxímoron.

Desde sus comienzos Rayo examina el efecto del sombreado o de la falta de él que conlleva la búsqueda de la ilusión del volumen en la pintura. El temprano hallazgo de los lienzos irregulares, de los que mostramos dos, como vehículo para las imágenes en los 60 siguió siendo una preocupación hasta el siglo 21. Uno de los temas que nunca lo abandonaron eran las cintas dobladas, entrelazadas, tejidas, anudadas que formaban figuras tan geométricas como concretas.

Al hacer sus bocetos buscando la trama geométrica de las formas, pensó en el color como elemento constructivo y evocativo produciendo la serie Criaturas Abisales en el 2001. Decidió investigar la gama de colores entre el azul y el verde, como elemento de la composición. Produjo pinturas con una variedad de estos tonos, figuras voluminosas iluminadas por el uso de la sombra y definidas por una estructura en blanco y negro. El origen de la imagen poética del título fue un programa de televisión sobre las regiones abisales de los océanos donde habitan seres misteriosos y diferentes. Ciegos, transparentes y luminosos, la mayoría de ellos emite una luz propia azul. Otro referente eran las miríadas de azules y verdes en el mar Caribe. Creo que la poesía surgió del proceso de imaginar las formas con los tres colores y de encontrar en los peces de las profundidades su reflejo. La metáfora no se impuso al descubrimiento de danza acuática de criaturas azules sino que surgió de ellas – primero fue la imagen y luego la palabra.

“Corteza del arco iris” del 2004 es multicolor. El título es una metáfora curiosa, una imposibilidad en el mundo real. Aquí es más claramente el esquema geométrico del cuadro que da origen a la imagen poética. El arco iris es diáfano, efímero y su geometría se limita a los arcos concéntricos.

“Crisálida del arrebol”, del siguiente año (2005) opera entre la posibilidad y la imposibilidad en pinturas multicolores,algunas reticuladas con blanco y negro. Los colores siguen siendo franjas, superficies dobladas o nudos, que flotan sobre un fondo negro. “Crisálida”, es un homenaje a un fenómeno vallecaucano. Los colores del atardecer en Roldanilloson mucho más que los rojos, naranjas y rosados normales. Pueden adquirir tonos verdes reflejados de nuestra cordillera. La originalidad del concepto poético reside en la idea que el color de un atardecer se contiene primero como una mariposa en una crisálida que se transforma mientras deja traslucir los tonos que soltará cuando el sol se ponga. Es una de las series más líricas de nuestro artista. Las mariposas en potencia flotan y danzan, se enrollan y se desenrollan contra la oscuridad venidera o la red que las atrapa.

En “Mullida huella del viento”, del 2006, una de las más innovadoras de las series del siglo XXI, Rayo trabaja con el blanco y negro y busca nuevas maneras de expresar el volumen ilusorio. La metáfora de “Mullida huella del viento” se refiere a la fuerza invisible que altera la superficie de las sábanas colgadas, la impresión del soplo invisible del viento. Aunque el artista fotografió aquellas sábanas en el patio de su casa, las pinturas de esta serie son geometrías que se ondulan o se abomban como las velas de un buque, se doblan como las puntas de las banderas o se rizan como el agua cuando el viento sopla. Vemos en “Mullidas huellas”, unos fondos de rayas detrás de rayas donde el sombreado crea el efecto de distancia.

“Mateo’sToy” del 2008 es también multicolor. Su título no es metafórico sino literal. Son juguetes inventados por un abuelo mago para su nieto mateo. Tubos, cubos, ringletes, estructuras fantásticas para los ojos de un niño. El Rayo ilusionista nunca ha estado más presente. Saca de su manga de hechicero objetos encantadores de otra dimensión. Combina rectángulos, cuadrados, triángulos, que son y no son reales. Lo lúdico es esencial a toda su obra y el trompe l’oeil es una magia que da origen a su arte óptico en igual medida que su contacto con los pintores cinéticos y el op en los 60s en Nueva York. Los aviones de papel, ringletes y buscaniguas de su infancia antecedieron a su descubrimiento del origami japonés al que dedicó mucha atención desde los 60s y a los juguetes de Mateo’sToy del nuevo milenio. La originalidad de Rayo nació con él y creció en una infancia que él retoma una y otra vez durantesu carrera artística ofreciéndola a sus seres queridos.

La última serie de su vida se inauguró en el 2010, 6 meses antes de su muerte. Fue el escenario donde fue velado. Se llama “Tizón, fósil del fuego” de la que mostramos una obra y representa un retorno al rojo con blanco y negro que podemos percibir en dos “Dryas lulia”, pinturas de 1996, un color dramático colmado de leyendas, símbolo de cosas tan contradictorias como tremendas.

La idea para cada una de las composiciones del siglo 20 de Rayo nace de un largo proceso de desarrollo. Cada cuadro contiene al siguiente en potencia. Más sabemos de la historia del arte de Rayo, más podemos identificar uno de sus motivos recurrentes y mirar en qué ha evolucionado. Nada en ella es arbitrario, sino que corresponde a un ímpetu creativo que depende de la mente, del alma y del corazón de su creador. La pasión es palpable en una obra de Rayo.

Vemos en los detalles inimitables, como la interacción de la luz y la sombra, la trama que el ojo puede seguir si la busca, la perfección del acabado, el elemento de misterio. ¿Sí existe esta criatura de color y de luz y de sombra? En esta exposición se puede dialogar con un artista único, un ilusionista de la magia de las formas, Omar Rayo, que no cesa de asombrarnos.

Águeda Pizarro Rayo
2017